26 diciembre 2012

En la vida todo es teatro




   Para mí, el teatro es el arte de representar una invención de uno o varios autores con palabras y gestos, en un lugar concreto a los que hoy llamamos escenarios, instalados en una sala con butacas, en unos estudios de televisión o de cine o en la calle. Es una forma descarada y autorizada de mentir en público, unas veces en círculos restringidos y otras ante grandes masas. Así que dejemos hacer teatro es seguir un guión recreando un pasaje histórico o simplemente una idea. Para ello, y en aras de hacerlo todo creíble, el actor debe saber engañar y mentir con la palabra y la expresión, y hacerlo bien. Según su interpretación así valorará el público la calidad de su trabajo. El teatro, el cine, la televisión y todas las artes escénicas, no son otra cosa que una ilusión, algo que no existe, pero que nos hacen creer todo lo contrario, por lo tanto, actuar es fingir, es mentir y es engañar. ¿Quien “se lleva el gato al agua”? El que mejor lo hace. ¿Quien gana el favor del público? El que mejor lo representa. ¿Quién es el mejor actor? El que mejor miente y engaña.
   Casi todos mentimos y engañamos alguna vez en nuestra vida. “Que tire la primera piedra el que esté limpio de culpa”, esta claro que después de una buena reflexión y un buen examen de conciencia. A veces, algunas de nuestras mentiras son creídas, mientras que otras no. Y lo peor de todo, es que a veces nosotros nos creemos nuestras propias mentiras. Es el riesgo de no vivir con la suficiente inteligencia para saber lo que es verdad y lo que no lo es. Las personas conocidas como “inteligentes”, hemos forjado un mundo en que vivir con la verdad es materialmente imposible.
   Somos muchos en el planeta los que hemos caído, caemos y caeremos en mentiras ajenas, engendradas por visionarios de “algo” (políticos y religiosos), con el coste de vidas humanas como resultado. Vidas que abandonan este mundo engañadas por una “verdad” que no es tal. Estas mentiras siempre nacen para satisfacer a una ambición, cuya satisfacción esta en que uno, o unos, tengan el control de sus semejantes, de las conciencias de estos y de sus haciendas, instalándolos a un nivel muy inferior y privándoles de una libertad real, exigiéndoles una obediencia ciega a sus pretensiones y disposiciones, por descabelladas que estas sean.
   En el caso de religiones, además se les exige a los acólitos una fe ciega sobre lo que no han visto, ni verán nunca. Se les exige oraciones extrañas, sufrimientos innecesarios y abstinencias absurdas, que siempre van contra natura. Siempre hablan en nombre de alguien, y para hacerlo todo más creíble, engañan al pueblo utilizando artes escénicas, acordes con los tiempos vigentes, en los teatros, en las pantallas, en los templos y en las calles.
   Cualquier acto, público o privado, laico, religioso o político o no, exige siempre un protocolo, que no es otra cosa que una representación teatral. Esto está pasando desde los albores de la humanidad hasta nuestro tiempo. Creo que lo llevamos en nuestros genes, y que unos lo viven con más fuerza que otros. Cuanto más inteligente son las personas, sin importar el sexo ni la condición, más calidad exigen de una representación para que sea creíble. Si esto no es posible nunca creerán lo que están viendo. Esta es la cualidad que debe dominar todo buen actor de teatro. Debe conseguir que su público, todo su público, se implique con la historia que está representando. Estoy hablando de lo que llamamos teatro, que es la cuna de toda representación escénica. Pero en el gran teatro del mundo pasa lo mismo. se miente, se engaña, se sigue un guión o se improvisa, pero sino se hace de una forma correcta todo es en vano. En la historia ha habido grandes “interpretes” que han movido masas pero, en algún momento de la “obra” han perdido los papeles y la gente se ha dado cuenta del engaño,siempre ha habido excepciones, pocas o muchas.
   No me cabe la menor duda de que todo es teatro, donde hay malos y buenos autores, malos y buenos artistas, malos y buenos técnicos, y malos y buenos directores. Todo es teatro. Una representación que dura miles de años y no se sabe cuando finalizará.





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