29 agosto 2020

RETAZOS DE UNA BIOGRAFÍA (14)


Lamentable incidente   

 Los veranos que pasaba en La Adrada, me evitaba tener que ir durante todo el verano al colegio: primero tener que ir a las nueve a oír misa, y luego hasta los doce a estudios.
            En el periodo escolar, en segundo y tercero gane los Certámenes Catequísticos del colegio y en 1957 el certamen provincial de los colegios Salesianos, en el resto de las asignaturas fui normalito estaba entre los diez primeros, en algunas ocasiones estuve en cuadro de honor, en el que estaban los cinco, primeros.
Lo que mejor que se me daba en el colegio era la caligrafía, el dibujo, la historia y las matemáticas.
En segundo a mediados de curso tuve un incidente en la clase de lectura, todos leíamos una parte de un determinado libro, en ese momento estábamos leyendo la vida de San Juan Bosco, fundador de la congregación Salesiana.
D. José María  que era el profesor nos iba nombrado para continuar la lectura donde lo dejaba el anterior compañero, en un momento de clase fui nombrado y empecé a leer, no precisamente donde lo había dejado el compañero que me precedía  sino en otro punto del libro, el profesor se acercó a mí por la espalda y agarrándome del pelo me dio un fuerte tirón, haciéndome daño, por lo que me asuste y di un grito  muy fuerte, mis compañeros se empezaron a reír al tiempo que el profesor decía que tenía que estar más atento, me eche manos a la cabeza y tenía sangre, me sentí maltratado  y humillado, por lo que cogí en tintero que tenía en el pupitre, y se lo tire estrellándose en el encerado, el profesor se fue hacia mí y me pego un bofetón diciéndome que no volviera por el colegio hasta que no hablasen mis padres con el Sr. Consejero D. Santiago .
Me fui para casa y llegué media hora antes de lo que era habitual, mi madre se extrañó preguntándome qué había pasado, por lo que la conté con todo detalle lo que había  sucedido, como era costumbre en mi madre me escuchó sin ninguna interrupción, y sólo al final me preguntó mirándome fijamente a los ojos:
    - ¿Es verdad tal y como me lo has contado?
    -  Si mama, la conteste
      - Bueno después de comer iremos al colegio.

            Dio la causalidad que ese día mi padre no iba a comer casa por lo que no había impedimento alguno de ir al colegio esa misma tarde.
     Las clases empezaban a las tres, y nosotros llegamos al colegio como un cuarto de hora antes. Mi madre se entrevistó con D. Santiago, y en la conversación yo no estuve presente, pasado un tiempo D. Santiago solicitó la presencia D. José María, después yo me incorpore a la reunión, recuerdo perfectamente que en ningún momento me sentí nervioso mi madre me daba mucha seguridad.
            D. Santiago me pregunto:
         - ¿Crees que es correcto tirar un tintero al profesor por haberte llamado la                         atención? 
          -     Yo conteste que no, pero tampoco era correcto que me tirase de los pelos.
                 
    Al parecer la versión que había contado. D. José María, no tenía nada que ver          con   la que verdaderamente había ocurrido y yo le había contado a mi madre.
Llegando a decir el profesor que si tenía más veracidad lo que decía un niño de         once años, que lo que decía el maestro.
Mi madre le contestó de inmediato, uno de los conceptos principales de mi familia, es que la verdad sea uno de los valores más importantes, la mentira y la manipulación, merecen nuestro desprecio, en la familia nos esforzamos todo lo que sea necesario para que nuestro hijo reciba una educación adecuada y ni su padre ni yo autorizamos a nadie para que maltraten a nuestros hijos, los castigos físicos para nosotros no son válidos.
Pasado un tiempo mi madre me contó lo que había hablado con el consejero y el profesor. Para mi madre era muy importante la comunicación familiar aunque a veces hubiera un pequeño grado de crueldad, cuando en alguna ocasión se enfadaba, mi padre  decía aquello de; ¡que viene  mamá! Y nos echamos a temblar.
                                                                                                                   Continuará  05/09/20


22 agosto 2020

RETAZOS DE UNA BIOGRAFÍA /13)

   
   

             Capítulo II

                                                    Mis primeros recuerdos

            El tiempo pasa muy deprisa las primera letras me las enseñó mi madre con tres años, todo el mundo que me conocía me llamaba cariñosamente Luisito. Era un niño muy alegre y simpático muy querido por todos, iba por los corredores arrastrando una guitarra que me habían regalado por reyes, para acompañar a mi papa y con mi media lengua cantaba, “amapola lindísima amapola…”

            A mediados del mes de Septiembre de 1948, a las nueve de la mañana y mi mamá me llevó por primera vez al colegio Luis Vives que estaba en la ronda de Toledo, junto a la  facultad de veterinaria y a la escuela del magisterio. Estas construcciones forman parte del conjunto de los edificios de estilo mudéjar de los muchos que se construyeron durante la República, como Las Escuelas Aguirre en barrio del Retiro, las tres Cajas de Ahorros, la de Eloy Gonzalo, Ronda de Valencia y Bravo Murillo, el Matadero Municipal de Legazpi…y de otros muchos edificios públicos repartidos por Madrid.

        Mis primeros maestros fueron D. José que nos enseñaba lengua e historia y D. Felipe que nos enseñaba las matemáticas y geografía. En este colegio estuve hasta que cumplí los nueve años, después ingrese en los Salesianos de Atocha a primeros de septiembre 1953 por mediación de mi tío abuelo Damián que era cura. Para mi este colegio fue fundamental en el hice mi primera comunión y recibí una educación extraordinaria empecé a sentir afición por la filatelia y la poesía, pertenecía al coro, ayudaba misa,  jugaba al fútbol, y hacia otras actividades... estuve en el colegio hasta que cumplí los catorce años para iniciarme en la Formación Profesional aunque mi tío-abuelo quería que hubiese entrado en el seminario a lo que mi madre se negó.

 En el periodo que estuve en los salesianos parte del  veranos, los pasaba en La Adrada un pueblo de la provincia de Ávila allí me sentía muy importante era el sobrino de Don Damián correteaba por el pueblo a mis anchas los niños con los que jugaba me lo pasaba en grande, y como era el sobrino del Sr.cura  muchas ocasiones hacia  lo que me daba la gana,

 Un día a mi tía Maruja que era el ama de llaves, la pedí un trozo de pan para merendar, no quería bocadillo, pues iba a ir con mis amigos a la dehesa, en ella estaban las mejores higueras del pueblo. Los higos empezaban a madurar así que para allí nos fuimos el grupo, nos subíamos a las ramas de la higuera, todo un peligro pues las ramas de este de árbol son muy tiernas, y se partían con mucha facilidad y nuestra integridad física corría peligro, al rato de estar allí llegó Manuel el dueño de las higueras y nos invitó a alejarnos del lugar a pedradas, en esto que llegó su mujer y al ver lo que sucedía empezó a dar voces diciendo:

- Manuel no les tires piedras que está el sobrino de D. Damián, esto era una credencial muy valiosa entre los chicos del pueblo. Yo me sentía muy importante.

                                                                                             Continuará 22/08/20                                                            

15 agosto 2020

RETAZOS DE UNA BIOGRAFÍA (12)


        

Los males no duran cien años

Poco a poco se Iván integrando en las sociedad entre los vecinos del edificio donde vivían había muy buena convivencia.  Juan tocaba la bandurria y en las noches de primavera y verano salía al corredor y deleitaba a los vecinos con pasacalles, fragmentos de zarzuela y pasodobles, era todo un espectáculo.

Al principio de estar casados vivieron en la calles Lista,  (hoy José Ortega y Gasset) en el edificio vivía un concertista de guitarra llamado Andrés Segovia, Un día oyendo tocar la bandurria a Juan este le invitó a participar en un concierto de música de cuerda que fue transmitido por la emisora nacional para Juan fue todo un acontecimiento.

  A estas actuaciones espontáneas se unieron unos vecinos del pasillo enfrente, Manolo “el gordo” que tocaba la guitarra y su hermano Enrique que tocaba el acordeón, los vecinos estaban encantados e incluso si había alguna boda o bautizo muchas veces ellos amenizaban la fiesta, de esta forma las penas eran más llevaderas los vecinos de la calle Ercilla nº 19 eran una gran familia, en ella vivían todo tipo de personajes, cerilleras de clubs, carteristas, ferroviarios, empleados del gas, funcionarios, taxistas y hasta un par de hermanas que practicaban la prostitución, pero  nunca dieron el menor escándalo. En el distrito había dos mercados centrales el de frutas-verduras, y el del pescado y el matadero municipal, cuatro estaciones de ferrocarril Atocha y Delicias de pasajeros, Imperial y Peñuelas de mercancías, unas instalaciones de gas con un gran  depósito, es lo que había en el Madrid de los barrios bajos como así les llamaban.

(Su nombre se debía a que estaba próximo a la ribera del río Manzanares)

                                                                                                                    Continuará 15/08/20   

 

 

08 agosto 2020

RETAZOS DE UNA BIOGRAFÍA (11)


PERSISTENCIA


Diez días después volvió a la estación a recoger el paquete, se  puso de acuerdo con una vecina y esta llegó  con una bolsa idéntica a la suya, fueron a la estación por distintos caminos, Aurora recogió el aceite del Corsario y en un cruce de andenes intercambio su bolso con el de la vecina que llevaba una lata del mismo tamaño llena de agua, con la precaución de echar un dedo de aceite para que este subiera a la superficie, la vecina se fue a la casa por un camino distinto y ella en vez de bajar por Santa María de la Cabeza se fue por la ronda de Atocha hacia Embajadores, cuando llegaba a la altura de los Salesianos fue abordada por otros dos caballeros distintos a la vez anterior, pero las mismas preguntas los mismos argumentos, también la requisaron la lata pero esta vez solo la quitaron cinco litros de agua, los defensores de la ley y el orden quedaron como lo que eran…
Aurora no volvió nunca más a la estación se valió de otros medios para recoger el aceite, y los anteriores incidentes quedaron como una anécdota.
Podríamos decir que los cinco litros de aceite que recibían cada diez días estos llegaron a ser semanales Juan lo pasaba mal con todos estos chanchullos  el miedo lo tenía metido dentro del cuerpo, veía fantasmas detrás de todas las puertas, sus consejos de lo no se debía hacer eran parrafadas interminables, todos callaban así los discursos eran más cortos, Aurora lo entendía bien, le decía; Juan no te preocupas tanto, todas las cosas en su tiempo vuelven a la normalidad, aunque dudaba que es día pudiera llegar. El pesimismo de Juan era muy fuerte, Aurora no lo quería contradecir sabía mejor que nadie cómo era su marido, y lo mal que lo había pasado.
            Él también se daba cuenta del esfuerzo que hacía su mujer para no mantener una pugna dialéctica, los dos se miraban y sonreían y terminaban diciendo “que sea lo que dios quiera”, ya se lo diremos en otro momento diría Juan, porque me han dicho que ha cogido un barco y se han ido a Inglaterra con su corte celestial, pues esos muchachitos ingleses lo están pasando mal, un día sí y otro también, los bombardeos de los alemanes sobre Londres eran desoladores.

                                                                                                                Continuara 15/08/20

01 agosto 2020

RETAZOS DE UNA BIOGRAFÍA (10)



Medios para seguir adelante

Aparecieron las “cartillas de racionamiento” los alimentos escaseaban “solo para la gente pobre”. Aunque sobre esto, hay algo que contar.
La abuela Dolores madre de Juan tenía unos olivos en el término de Baeza-Ibros (Jaén), dos veces al mes a través de un medio de transporte llamado EL Corsario (era una persona que viajaba en el tren con la mercancía) mandaba  una lata de aceite de cinco litros, con este aceite Aurora los cambiaba por otros alimentos, y así tenían un suplemento económico extra, un día a la salida de estación de Atocha cuando ya habían recogido la lata de aceite, en el paseo de Santa María de Cabeza a la altura del mercado del mismo nombre la asaltaron  dos hombres que se identificaron como inspectores de los “fielato “, la preguntaron;

-         ¿Que lleva en la bolsa, señora?.
-         una lata de aceite que me han mandado desde el pueblo.
-         ¿Usted no sabe que el estraperlo está prohibido?
-         Esto no es estraperlo es para nuestro consumo.
-         ¿Lo ha pasado por el fielato?
-         No sabía que tenía que hacerlo
-         Señora la ignorancia no exime del delito, no vamos a tener más remedio que requisarlo.
-         Pero eso no es justo
-         De esta manera, aparte de ser requisado por la oficina le impondrán una multa, no creo que eso la convenga.

Aurora no tuvo más remedio que acceder a esa petición para no mover el pasado, de antemano sabía que había sido un chivatazo y que el aceite caería en manos de estos sinvergüenzas del régimen, también era consciente que este episodio se podría repetir en más ocasiones.
                                                                                                Continuará  15/08/ 20