Despertad a la vida
En 1959 me apunte a una academia que estaba cerca de casa
iba dos días a la semana, martes y jueves para apoyar las asignaturas de física
y química las cuales se me atravesaban. El director era D. Francisco Bonilla
que había sido instructor de mecánicos de vuelo en la base militar de Cuatro
Vientos. Para mí fue muy importante el complemento académico que recibía y se
notaba mi progresión en los exámenes parciales del curso.
Por aquella época conocí a Martina una jovencita de mí misma
edad que estaba haciendo taquigrafía mecanografía, ella iba también los mismos
días que yo causándome mí un impacto especial, un día me llego una nota de ella
que decía:
A quien que mucho quiero
Eso para mí fue algo desconocido, siendo este el motivo de
que cuando terminamos la clase la acompañase hasta cerca de su casa, así
estuvimos varios meses, nuca tuvimos ocasión de estar solos sabía que yo iba a
los salesianos hacia teatro, jugaba al futbol, Martina salía los fines de
semana con sus amigas, en ese grupo estaba una vecina mía Mª Loli que era la en
algunas ocasiones me facilitaba información.
En algún momento insinué a Martina el vernos los fines de
semana, pero ella me dijo que esto no será posible, pues en su casa había mucha
rigidez y su padre no lo consentiría, yo tenía que conformarme con esa media
hora de los martes y los jueves, entendía que erramos muy jóvenes, aunque a
veces nos retrasábamos ligeramente de ese grupo de acompañamiento y nuestras
miradas se cruzaban con una sonrisa suave de complicidad, para mí todo esto era
nuevo, cuando esto sucedía un escalofrió recorría todo mi cuerpo.
Continuará 19 sep 2020
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