Humilde Homenaje
En esas fechas el club al que había pertenecido “Parque Móvil” me dieron un homenaje, al mismo asistieron el presidente del Club Sáez de Barcelona con el competí cuando estuve en la Ciudad Condal, entregándome una escultura metálica como recuerdo, de mi paso por estos equipos de Madrid y Barcelona.
Al finalizar el acto por mi cuerpo corrió un escalofrió, acababa de tomar una decisión la cual no tenía vuelta atrás, tenía 31 años y se habría un vacío que no sabía cómo lo podría resolver, para mí los días de entrenamiento eran fundamentales, desconectaba por completo de otras actividades por el esfuerzo que hacía, al mismo tiempo mi cuerpo y mi mente descansaba, era como si repusiera fuerzas para estar en forma al día siguiente.
Aunque el mundo del patinaje para Teresa le resultaba indiferente, no le gustaba, lo asumía porque el día que entrenaba comíamos en Madrid en casa de los abuelos y luego por la noche nos volvíamos todos juntos para nuestra casa, a partir de dejar la actividad deportiva nuestras visitas a Madrid no eran tan frecuentes, yo me ocupaba de los asuntos de la asociación y de mi incorporación a la política, todos los días a las cinco y media de la tarde ya estaba en casa, eso conlleva una inmovilidad a la que Teresa no estaba acostumbrada, a veces me decía que no entendía porque había dejado de competir, yo la decía que para estar más tiempo con ella, se volvía hacia mí y decía con todas sus fuerzas “MENTIRA” los dos terminábamos riéndonos yo la prometía que todos los fines de semana nos iríamos por ahí de excursión, y aunque no fueron todos por lo menos dos o incluso tres veces al mes lo hacíamos.
Con quien salíamos con cierta frecuencia eran con los compañeros de trabajo salíamos a merendar los sábados, los hijos de Enrique y José María y los míos se llevaban muy bien íbamos a lugares próximos a Madrid, los niños se lo pasaban estupendamente, todos estaban entre los tres años de Juan Carlos y siete de Enrique .Urrutia, mi jefe directo Enrique y su mujer Ana eran encantadores, nos tenían un gran aprecio, esto era mutuo, sabiendo cada uno quien era y su posición, pero ya he comentado con anterioridad, que fuera del trabajo no existían diferencias sociales, y sí mucho respeto mutuo, en más de una ocasión hicimos salidas de fines de semana y algún puente, íbamos a lugares desconocidos para nosotros, ellos y nosotros nos sentíamos a gusto, y sino frecuentábamos con más asiduidad los encuentros es porque no querían que nos sintiéramos molestos al saber que nuestro poder adquisitivo era totalmente distinto al de ellos, aunque los dos teníamos la misma carrera, Ingenieros Técnicos, ellos pertenecían a una sociedad muy ligada a la familia de Franco. Y por otra parte el servilismo no estaba presente en mi manera de ser.
Continuara 10 abril de 2021
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